martes, 26 de mayo de 2009

sentir

Cuando ya caia la lluvia en el sitio central del parque sentiamos que nos olvidabamos de nuestras vidas por un segundo.
Sentiamos como no habiamos existido en este lugar con las ganas de saber que nos esperaba mas tarde.
Las ventanas se dolian de la fuerte golpiza del viento.
La tierra sucumbia por la fuerza de aquel fenómeno.
El tiempo no se atrevia a correr como siempre lo habia hecho, ni siquiera era capaz de salir de su trinchera.
Las nubes se esfumaban.
El cielo se abria.
La luz encandelillaba con cada paso que daba hacia el frente.
La vida se desenvolvia en un ambiente de luz.
El fenómeno se hacia cada vez mas fuerte con el paso de algun tiempo, un tiempo en el cual no perteneciamos, un tiempo que no nos pertenecia y que habia usurpado a el nuestro.
El fenomeno un poco mas hermoso, se acercaba con mas fuerza, con templanza, se acogia poco a poco en un espacio un tanto redondo, se acurrucaba en una figura pequeña y delicada.
Desde ese momento, ella, si la señorita para la quien estoy escribiendo esto, acababa de nacer, y ya se pudieron dar cuenta que su llegada no fue como cualquier otra, su llegada me trajo felicidad y grandeza.
Fue desde ese momento cuando las cosas comenzaron a dar forma y en algunas de ellas se encendio las chispa, si una chispa en la cual ahora somos testigos, pues algunos la llaman color.