martes, 28 de julio de 2009


Capitulo segundo:
sombra.

Una noche soñé contigo. Soñé que estaba sentado cerca a la catedral en un gran parque en frente del carrusel.
Soñé con tus manos, con tus ojos, con tus labios, y luego sentí en mi tu mano que me tomaba con disimulo. Luego tus ojos aparecieron en la noche oscura y se abrieron con gran suspicacia y delicadamente me parpadearon. Luego sentí en ti una gran tranquilidad y una alegría inmensa y sin poder pensar más, tu sonrisa se dibujo un tanto más debajo de tus ojos. Tus ojos me dieron otra expresión, me mostraron la alegría que sentías, que te gustaría ofrecerme.
Luego, sentado en alguna banca solitaria, esperando que la muerte viniera por mí, tu decidiste darme tu mano y saliendo con armonía de la penumbra, divise tu hermosa y pequeña mano y decidí tenderte la mía para que me ayudaras a levantarme.
Ya parado al lado de tu oscura presencia (oscura porque en ese momento la oscuridad era tal que no alcanzaba a verte más que lo que he escrito), caminamos por un largo camino y tu delante mío mostrándome paso a paso el trayecto de la vía por la cual debería ir.
Aferrado de tu mano, sentí la necesidad de ver más de lo que mis ojos no podían ver y lo que la negra noche no me permitía ver.
Y sabes algo???
Aunque en ese momento no pude verte, mi alma y mi corazón se apaciguaron y se indujeron en un mar de tranquilidad y confianza que me permitieron reflejar una luz a lo largo del camino. Después de haber observado este hecho, mi corazón salto de impaciencia y curiosidad, ya que hace un tiempo estuve buscando una luz que me abriera los ojos y me mostrara la realidad pero en mi afán de encontrarla, fracase, y ahora la tengo en frente de mi y no sabía qué hacer, no entendía porque estaba ahí, qué debería hacer en este caso, lo único que sentí fue la emoción en mi interior.
Luego de eso, la luz se hizo con mucha más fuerza y mis ojos se llenaron de destello, la oscura noche se fue y dio lugar a un hermoso jardín lleno de animales y arboles, flores y un poco mas, las nubes se pintaron de blanco el cielo se tinto de azul y tu…… tú eras la más hermosa de todas las cosas que había visto en ese momento….tú eras lo único que debió haber existido desde el comienzo de la vida, porque tu le diste colores al mi mundo.
Y desde entonces, los colores que podemos ver en este tiempo son gracias a ti, porque tú le diste vida y alegría.